Para quien se acerque por primera vez a la Didáctica de
una manera sistemática vamos a dar algunas breves indicaciones. El lector
comprobará que muchas cosas le resultan familiares. Quien más, quien menos, ha
pasado los mejores años de su vida o,
al menos los años con menos preocupaciones, en aulas infantiles, primarias y
secundarias. Todo el quehacer de estos años, así como la labor humana, técnica
y profesional de maestros y profesores, estaba basado en la Didáctica.
Esta es una idea bastante sencilla para aproximarnos a
nuestro objeto de estudio: si estimulamos nuestro recuerdo podemos rememorar
centenares de situaciones didácticas que hemos vivido. Por eso hemos dicho que
la Didáctica nos debe resultar familiar, aun sin haberla estudiado todavía.
Después de esta iniciación deberíamos estar en situación de comprender mucho
mejor unos procesos que tienen lugar constantemente cuando alguien aprende y
alguien enseña.
Sorprendentemente, la Didáctica no se agota en las aulas
escolares, ni siquiera en las situaciones formales de enseñanza. Hay formación
y por tanto posibilidad de estudio didáctico siempre que haya alguien en
proceso de aprender algo: desde los aprendices de un oficio manual, hasta el
que se inicia en un arte, un deporte, una técnica, un programa de informática,
etc. Por esta razón, es recomendable iniciar sin prejuicios ni ideas preconcebidas
el estudio de la Didáctica. Recordar las situaciones en las que hemos estado
aprendiendo –como esta misma situación actual- y al mismo tiempo, tener la
mente abierta a otras posibilidades distintas: aprendizaje adulto, autoaprendizaje,
enseñanza a distancia, aprendizaje en grupo, en contextos menos formales, etc.